La Capilla de los Santos Apóstoles del Colegio Gimnasio Moderno constituye una de las obras proeza de la ingeniería y el diseño arquitectónico durante la mitad de lo siglo XX.
Inaugurada en 1956 y diseñada por el arquitecto nortesantandereano Juvenal Moya con cálculos estructurales del reconocido ingeniero Guillermo Gonzales Zuleta, la capilla consta de un sencillo esquema en cruz griega, de brazos de igual longitud que se confluyen en el altar, centro y tensión del espacio.
Juvenal Moya siempre consideró en su obra de gran carácter religioso que a pesar de las destrezas técnicas que pudiera conllevar la arquitectura en ese momento, no se puede dejar de lado la importancia del rito y de la consideración espacial hacia él. Es de especial mención que el 15 de agosto de 1952 es publicado en L'Observatore Romano (órgano oficial de la Curia Romana) un documento llamado "A propósito de la instrucción del Santo Oficio sobre Acto Sacro" donde el cardenal Celso Constantini sienta nota de protesta sobre como la arquitectura de la época comenzaba a desdibujar el ritual de la misa católica. Justamente por ello y como respuesta al viejo esquema donde las iglesias se apoyaban en columnas obstruyendo espacialmente la apreciación del ritual católico, es que Juvenal adopta las propuestas de Oscar Niemeyer (especialmente Pampulha, 1940) y desarrolla diversos ejercicios que desembocan en el diseño de esta obra.
Podríamos considerar que la Capilla del Gimnasio Moderno es una cruz latina cuyos brazos trapezoidales se dirigen hacia el altar. Esquemáticamente, es una disposición sencilla y estrictamente simétrica que deja poca libertad plástica para el arquitecto. Sin embargo, la gran destreza que queda coartada por la planta y la distribución queda totalmente liberada en el alzado de la capilla. Cada brazo de la capilla fue cubierto con dos membranas traslapadas en concreto de sólo 5 centímetros de espesor.
La interección de estos brazos es trabajada con delgadas nervaduras en concreto que se alzan parabólicamente sobre el altar sellando una gran cúpula desnuda. Esta es un paso posterior a la Iglesia de la Universidad de La Salle en la cual estas nervaduras se alzaban desde la interección de los brazos laterales aunque rematando en el centro como un campanario desnudo, sin recubrimiento y decorativo.
Tanto la cúpula parabólica anteriormente descrita así como los tímpanos de los cuatro lados de las membranas estructurales son cubiertas con vitrales traídos desde Francia para un total de 1.477 piezas. Los vitrales con escenas del nacimiento de Jesús, la Anunciación, el Bautismo, la Última Cena y especialmente San Francisco de Asís (que domina la entrada al edificio) fueron realizados por el francés Jean Barillet e importados a Bogotá. Las membranas estructurales entonces se desdibujan de su condición autoportante y asimilan una extraña percepción donde soportan todo el despliegue policromado de las ventanas que apremian con carácter el espacio interior de la capilla a la cual los alumnos llaman "el aula de los colores".
La destreza arquitectónica y de ingeniería de la capilla la convierten en la obra maestra de Juvenal Moya y ser considerada una de las obras en concreto más importantes del país. Juvenal, que desarrolló otras obras en la ciudad de índole religiosa como la Iglesia de la Universidad de la Salle o el Cantón Norte, siempre percibió que esta capilla en especial recibía una condición material y especial desarrollada sobre tres puntos de vista perfectamente combinados: un diseño arquitectónico que nace desde la consideración del rito católico como centro de la atención espacial y un diseño estructural que parte de la idea de limpieza espacial y total ligereza (casi literal) ante el solemne acto que el edificio llegase a contener.
-
Arquitectos: Juvenal Moya Cadena
- Área: 550 m²
- Año: 1955